Las familias, nuestros clientes

Patrick y Julia

Hola, me llamo Patrick y soy sordo, aunque no sordomudo, ya que la sordera no implica un daño en las cuerdas vocales.

Me gusta viajar y cuando voy a países con lenguas diferentes a la mía, a veces tengo menos dificultad que los que oyen, ya que durante toda mi vida me he comunicado por signos. Hablo tanto LSC (Lengua de Signos Catalana) como LSE (Lengua de Signos Española), y estoy aprendiendo el Sistema de Signos Internacional (ISS). Cuando era un bebé, empecé a leer el lenguaje de signos al mismo tiempo que el resto comienza a decir sus primeras palabras.

Casi siempre viajo con mi amiga Julia que, aun teniendo una hipoacusia, utiliza el lenguaje oral para comunicarse, aunque también conoce el lenguaje de signos. Como curiosidad, te contaré que no todos conocemos y hablamos la lengua de signos, tampoco todos leemos los labios, aunque muchos de nosotros sí que lo hacemos.

Cuando viajo me gusta que me traten como a cualquier otro turista, por esa razón te daré unos cuantos consejos que te ayudarán a hacerme sentir cómodo y bien atendido:

  • No grites. Soy una persona sorda y no oigo por mucho que grites.
  • Si quieres ponerte en contacto conmigo, tócame la espalda o ponte delante de mi para que te vea.
  • Conviene estar tranquilo y pensar que podemos llegar a comunicarnos.
  • Pregúntame si leo los labios o bien si escribo y leo para saber como dirigirte a mí.
  • Háblame con un ritmo normal. No aceleres el habla para acabar lo antes posible. Tampoco vayas excesivamente lento, pues podría impedirme entender la totalidad del mensaje.
  • Vocaliza correctamente. Esto no significa que hagas muecas y exageres la vocalización hasta el extremo de distorsionar la normal articulación de las palabras.
  • Mírame a los ojos. Me ayuda a confiar en ti; según mi expresión facial, podremos proseguir con la conversación con la seguridad de que te entiendo. Por lo general, las personas sordas somos muy expresivas gestualmente, lo cual puede ayudarte a saber si te estoy entendiendo.
  • No te tapes la boca. Cuando te dirijas a mí, tienes que apartar de la boca cualquier objeto (bolígrafo, mano, chicle, caramelo, cigarrillo, etc.) que dificulte tu vocalización y me obstaculice la visión de esta.
  • Quédate quieto mientras me hablas. No adoptes posturas que dificulten la lectura labial.
  • Recuerda que no todas las personas con discapacidad auditiva tenemos la habilidad de leer los labios.
  • Ayúdate de la mímica. Sin necesidad de ser un profesional, seguro que eres capaz de complementar tu manifestación oral con gestos y signos sencillos.
  • Busca una zona iluminada, puesto que podré percibir mucho mejor la información de forma visual si el área donde se da la interacción está suficientemente iluminada.
  • Ayúdate de la escritura. En determinadas ocasiones puede ser necesario escribir palabras o dibujar para completar la expresión oral.
  • Si voy acompañado de un intérprete, dirígete a mí; él dice aquello que yo le digo.

Álex y Lulú

Hola. Me llamo Álex y tengo una discapacidad física: voy con silla de ruedas desde hace unos años, después de un accidente. Como podéis apreciar, me acompaña mi novia, Lulú.

Mucha gente me pregunta qué me gusta hacer cuando tengo tiempo libre y yo les digo seguramente lo mismo que tú: me gusta viajar, conocer nuevos lugares, la naturaleza, la gastronomía, la cultura, practicar algún deporte... También quieren saber quién me acompaña en mis viajes, pero eso depende; a veces voy con la familia, con mi pareja o con los amigos. Pero, a diferencia del resto, para mí que un hotel, restaurante, museo o parque sean accesibles es imprescindible. Por eso, os quiero dar algunos consejos sobre cómo tratarme para hacerme sentir como un cliente más:

  • Aunque vaya acompañado, si necesitas saber algo acerca de mis necesidades o si me puedes ayudar, contacta directamente conmigo; soy un adulto, sé qué necesito y tomo mis propias decisiones.
  • Pregúntame si necesito ayuda, no lo des por hecho, aunque agradeceré tu disposición. Y si me quieres ayudar con la silla, de nuevo, pregunta, sobre todo si no sabes cómo llevarla. No la muevas sin decirme nada, ni te apoyes sobre ella.
  • Mantén los espacios libres de obstáculos y con suficiente anchura (pasillos, rampas, puertas, etc.); esto me facilita la circulación sin tener que pedir ayuda. Las puertas de apertura automática son las mejores para mí.
  • Lo mismo pasa con la altura de los objetos: prueba a sentarte en una silla e intenta colgar la ropa, coger la manta o una toalla, regular el aire acondicionado, o coger un folleto informativo. Si puedes, querrá decir que es accesible para mí.
  • No puedo subir escaleras ni desniveles; indícame por donde ir para superarlos. Los ascensores y las rampas me facilitarán el acceso.Recuerda: tienen que ser anchos, sin obstáculos; si no, hasta que yo no pase, no podrá hacerlo el de atrás, ni podré cambiar de sentido...
  • Si en el local hay diferentes vías de circulación, señaliza las que sean accesibles y los principales espacios, como, por ejemplo, los baños adaptados.
  • Infórmame si hay espacios que no son accesibles o que presentan alguna dificultad de acceso o uso; por ejemplo, el spa o la cafetería.
  • Los mostradores de atención tienen que estar a la altura adecuada y disponer de espacio de aproximación. Cuando te dirijas a mí, ponte delante y, si es posible, a mi altura. Si no, mantén cierta distancia para que no tenga que forzar el cuello para mirarte a los ojos.
  • Las plazas de aparcamiento reservadas para personas con discapacidad tienen que estar cerca de la entrada, contar con espacio suficiente y ruta de acceso adecuados.
  • Y por último, pero no menos importante: información. Todos los empleados tienen que estar informados sobre la accesibilidad del establecimiento o espacio, ya que cuando llamo para preguntar, por ejemplo, si tienen habitaciones adaptadas y el interlocutor no lo sabe, la desconfianza es total, aunque en la web se indique que las tienen... Y lo mismo pasa en un restaurante o en un museo; necesito información, porque si llego y no puedo entrar con mi silla de ruedas, me tendré que ir, y no precisamente contento. No olvides que también soy un cliente que pensaba pagar como el resto.

María y Pol

Hola, me llamo María y mi pareja y yo acabamos de tener nuestro primer hijo. Cuando nació, decidimos que por el hecho de ser padres no dejaríamos de hacer aquello que más nos gusta: viajar, ir a restaurantes y realizar actividades en la montaña. Pero la realidad es que cuando el pequeño ha crecido un poco y hemos vuelto a la actividad, nos hemos encontrado con algunas cuestiones que no nos habíamos planteado antes de ser padres.

La primera es la cantidad de equipaje que tenemos que llevar, ¡por no mencionar las dificultades que nos encontramos a veces por ir con el cochecito del niño! Como dicen los expertos, cuando eres padre, haces el primer curso de accesibilidad con el cochecito: nos encontramos vehículos aparcados en la acera y en los pasos de peatones que no nos dejan pasar, muchas escaleras de acceso a los edificios o ascensores pequeños donde no entra el cochecito, por no hablar de los tres más todas las bolsas...

Pero también hay otras cuestiones que nos ayudan, como ser bien recibidos, que tengan en cuenta nuestras necesidades y que no se extrañen cuando les pedimos ciertas cosas. Ahora te daré unos cuantos consejos para hacerme sentir como un cliente más:

  • Mantener los espacios libres de obstáculos y con suficiente anchura (pasillos, rampas, puertas, etc.) nos facilita la circulación sin tener que pedir ayuda. Las puertas de apertura automática son las mejores para nosotros.
  • Señalizar si hay espacios donde cambiar pañales o de lactancia; es importante que estos estén en una zona de acceso común tanto para mujeres como para hombres, sin distinción.
  • Sentir los ojos clavados del resto de clientes y del encargado es muy incómodo, sobre todo cuando a veces el niño se echa a llorar. Por esta razón, os pido que tengáis una señal que indique que las familias son bienvenidas, y así todo el mundo sabrá que no se trata de un espacio solo para adultos.
  • Ofrecer la posibilidad de calentar la comida en el microondas y tronas en el comedor; así todos podremos comer más tranquilos sin tener que poner al niño sobre el regazo.
  • Disponer de un espacio de parque infantil y así, cuando sea más grande, podrá jugar sin molestar al resto de clientes.
  • De momento nuestro hijo es muy pequeño, pero algún amigo ya me ha explicado cuan importante es que las habitaciones estén comunicadas cuando los niños son más grandes; por lo tanto, estaría muy bien saber si las hay, pero esta información no siempre se encuentra en la web.

Alicia y Marc

Hola, mi nombre es Alicia y soy una persona baja, no de estatura baja. Mi pareja es Marc, que no es bajo, sino todo lo contrario.

Nosotros viajamos por trabajo y por ocio —de forma que ya conocemos medio mundo—, y observar cuán diferentes somos los seres humanos es realmente divertido. Aunque el mundo está cada vez más globalizado, puedes conocer el perfil de la gente de cada país por cómo están diseñados los espacios: en los países del norte, puesto que son altos, los percheros y los espejos los ponen bien arriba; y sabes, me da rabia, porque yo no llego para dejar la bolsa o mirarme en el espejo; y, en cambio, en la calle los carteles de las tiendas y los toldos los colocan muy bajos y, cuando va despistado, Marc ya se ha dado un golpe en la cabeza, pero en nuestro país hacemos lo mismo...

Cuando viajamos nos gusta que nos traten como a cualquier otro turista; por esta razón te daré unos cuántos consejos que te ayudarán a hacernos sentir cómodos y bien atendidos:

  • Trátanos con respeto. Soy una persona adulta, pero mi altura hace que a veces se tomen cierta familiaridad inadecuada para un adulto, tratándome cómo si fuera un niño.
  • No te refieras a mí como enana, esta expresión es inadecuada y despectiva.
  • Cuando hables conmigo, mantén cierta distancia para que no tenga que forzar el cuello para mirarte a la cara y, de este modo, tampoco resultarás intimidador mirándome desde tu altura.
  • El diseño de los espacios es una de las grandes dificultades con las cuales me encuentro. Los mostradores de la recepción de los hoteles son altísimos y me hacen sentir más bajita todavía: resultan incómodos cuando tengo que firmar, cuando me tienes que enseñar documentos o si se tiene que pasar la tarjeta. ¿Por qué no poner doble altura? Sería una buena solución.
  • Los percheros, los espejos, las toallas y mantas, o la información en general, acostumbran a estar a una altura excesiva y esto me supone un gran problema. Más de una vez he tenido que pedir que me bajen la alcachofa de la ducha o la toalla... Cuando voy acompañada no es un problema, pero, ¿y si estoy sola? Entonces tengo que llamar a recepción para que suban a ayudarme.

Lo contrario le pasa a Marc, que se da golpes con los toldos y los objetos de decoración, pero, como yo le digo, a las cosas bajas llegamos todos, pero si están muy arriba ¡hay una parte de la población que no las alcanza!

Enric, Aina y Laura

Hola, somos Enric, Laura y nuestra hija, Aina, que tiene una discapacidad intelectual. A pesar de que todavía es muy pequeña, queremos que más adelante pueda ser lo más independiente posible; hoy por hoy, es una niña muy alegre, le encantan los animales, cantar y es muy sociable, habla con todo el mundo. Por esta razón os queremos dar algunos consejos sobre cómo tratarla y hacer que se sienta como una clienta más, pensando en aquello que ella os diría:

  • En primer lugar, trátame según mi edad, pero adaptándote a mis capacidades; no me gusta que se dirijan a mí como si fuera una niña pequeña, hablándome de forma infantil.
  • Recuerda que un adulto, salvo que te haya indicado lo contrario, puede tomar sus propias decisiones.
  • Trátame con naturalidad; quizás me costará un poco entender lo que dices, pero usa un lenguaje claro y sencillo, con frases cortas y seguro que me facilitarás la comprensión. Asegúrate de que te entiendo y sé paciente.
  • Pregúntame si necesito ayuda. No te avances, aunque sea con la mejor de las intenciones, a ofrecerme tu ayuda, porque quizás no la necesito. Y ten presente que ayudarme a hacer algo no quiere decir hacerlo por mí.
  • Facilítame la interacción con otras personas: preséntame a quien ha de atenderme y explícale que yo me pondré en contacto.
  • Las explicaciones e instrucciones tienen que ser claras y concisas y, siempre que sea posible, han de ir acompañadas de imágenes de acción:

    - Proporciona material escrito como recordatorio; quizás te pediré que me escribas los datos importantes o las tareas a realizar.

  • Utiliza textos de fácil lectura; es más sencillo para todo el mundo.
  • Una señalización clara y con imágenes puede ayudar a todo el mundo a orientarse.

Jordi, Montse, Xavi y Julia

Hola, me llamo Jordi y os presento a mi familia: mi mujer, Montse, y mis dos hijos, Xavi y Julia, sin olvidar a Oliver, mi perro guía y uno más de la familia. Como podéis imaginar por mis gafas y mi bastón, soy ciego de nacimiento.

Antes de que preguntes, ya te digo que tengo limitaciones, pero no por eso he dejado de sentir y vivir un montón de emociones, puesto que he aprendido a desarrollar mis otros sentidos para no perderme nada. Mis aficiones son leer libros, ya sea en braille o a través de audiolibros; visitar museos y monumentos, si estos disponen de recorridos adaptados y guías especializados; y asistir a cualquier espectáculo de cine, teatro, etc., siempre que ofrezcan algún sistema de audiodescripción que me relate los acontecimientos visuales que se producen en el escenario y que yo no puedo ver.

Por supuesto, me gusta viajar y conocer lugares diferentes, y lo hago a menudo con mi familia, nosotros cuatro y mi perro guía, Oliver.

Aquí tienes unos consejos para hacerme sentir como un cliente más:

  • En primer lugar y ante todo, pregúntame si necesito ayuda. No te lances, aunque sea con la mejor voluntad, a ofrecerme ayuda, puesto que quizás no la necesito. Y ten presente que ayudarme a hacer algo no quiere decir hacerlo por mí.
  • Identifícate cuando te me pongas al lado y te dirijas a mí, y comunícame cuando te vayas.
  • No cambies nunca de lugar mi bastón o cualquiera de mis cosas.
  • Mantén la calma y evita precipitarte.
  • Prescinde de gestos y ademanes. Señalar con el dedo la dirección que tengo que seguir no me aporta nada; por favor, utiliza una audiodescripción adecuada.
  • No eleves el tono de voz, eso no me ayuda.
  • Las expresiones que se refieren a la visión no son tabúes para mí. Conozco muy bien sus significados y sentido («hasta la vista», «cuánto tiempo sin vernos...») y no me sentiré ofendido.
  • Aunque vaya acompañado, si necesitas referirte a mí, hazlo directamente. Es más cordial y ganamos tiempo.
  • Si tienes que acompañarme a algún lugar, basta con ofrecerme tu brazo y caminar delante; si tú no te tropiezas, yo tampoco lo haré y, en todo caso, si hay algún objeto ante mí, indícamelo. Basta con algunas indicaciones para advertirme de obstáculos inmediatos. Evita las obviedades, no veo, pero tengo otras facultades.
  • Las personas con baja visión, aunque no lleguen a la ceguera, necesitan información auxiliar. Por favor, proporciónasela espontáneamente.
  • No distraigas a mi perro guía (tocarlo, mimarlo, gritarle...), puede ser peligroso para mí, y nunca le toques el arnés cuando esté trabajando, esto dificultaría la comunicación entre mi perro y yo, al mismo tiempo que crearía una situación incómoda.
  • Nunca le ofrezcas comida a mi perro guía, está bien alimentado y podrías producirle un importante daño, tanto físico como en su educación.
  • Has de saber que nuestros perros guía tienen permitido el acceso a todos los lugares públicos, y que su comportamiento es ejemplar gracias al gran esfuerzo realizado en su selección y educación.

Lucía, Neus y Enric

Hola, me llamo Lucía y os quiero presentar a mi familia: mi hija, Neus, y mi yerno, Enric.

Aunque no lo parezca, tengo ochenta años y desde que me quedé viuda, mis hijos siempre insisten para que vaya con ellos de viaje. A mi marido y a mí siempre nos gustó ver mundo, como nosotros decimos... y ahora salgo con ellos.

Hace unos meses me caí y, desde entonces, voy con andador. Al principio me daba vergüenza, pero la verdad es que ahora ya me he acostumbrado y me siento más segura e independiente para ir a la mía. Ya lo dicen, ¡la edad no perdona! Y cuando te haces mayor siempre hay algunas limitaciones, pero a mí las ganas de ver mundo no me las quita nadie, y, si no voy con los hijos, salgo con el grupo de amigos de toda la vida, que somos unas ocho personas de mi edad, y nos lo pasamos en grande.

Aparte de viajar, también nos gusta la cultura, ver una exposición en el museo, nuestro día de cine o teatro, ir a comer o cenar a un buen restaurante y, como estamos jubilados, cada día hacemos algo diferente. Siempre nos informamos para saber si se trata de espacios accesibles y no tener que subir escaleras, ya que con el andador es complicado.

Ahora te daré unos cuantos consejos para hacerme sentir como una clienta más:

  • Aunque vaya acompañada, si necesitas ponerte en contacto conmigo, hazlo directamente. Es más cordial y ganamos tiempo.
  • Pregúntame antes de ayudarme. No des por hecho que te necesito; si se da el caso te lo haré saber, aunque siempre agradeceré tu disposición, sobre todo si tengo que llevar objetos o paquetes.
  • Soy una persona mayor y tengo dificultades a la hora de moverme con agilidad, pero esto no quiere decir que esté sorda o que me tengas que tratar como si fuera un niño.
  • No me separes de mi andador, muletas o bastón.
  • Me cuesta subir escaleras y salvar desniveles; indícame por donde ir para superarlos. Los ascensores y las rampas me facilitarán el acceso a los espacios. Recuerda que sean anchos, sin obstáculos de por medio y con barandilla; hasta que yo no pase, tampoco lo hará el de atrás...
  • Tengo dificultades para realizar trayectos largos y para mantenerme mucho rato de pie; los asientos altos y con brazos siempre se agradecen y me permiten descansar.
  • Si has de acompañarme, ajusta tu ritmo al mío; puede que yo no pueda seguir tu paso, así que evita impacientarte y no me presiones, esto no me ayudará.
  • No veo bien: pon una buena iluminación y señaliza los peldaños o desniveles; las alfombras también me pueden hacer tropezar. ¡Y necesitamos que la información esté escrita con letras grandes! No sé por qué cada vez hacen la letra más pequeña...
  • Una buena señalización, sencilla y clara, me facilitará no tener que molestarte para preguntar.
  • Tengo las manos ocupadas y, a veces, poca fuerza, así que elementos como una puerta automática o sillas ligeras nos facilitarán la estancia.


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